cosultoria

Te presento a los 4 ladrones de la productividad:

  • Empujar o liderar  
  • Excelencia
  • Información
  • Actividad

Pero por que llamarles ladrones de la productividad si estos son aspectos positivos, buenos, todos los empresarios estamos y deseamos empujar o liderar a que las cosas sucedan, buscar la excelencia, tener mucha información y mantenernos con mucha actividad, queremos lo mismo para nuestros colaboradores.

Es más, si vemos alguien que tenga estas características hasta queremos que trabaje con nosotros. Entonces ¿por que llamarles “ladrones de la productividad”?

La razón la explica Juliet Funt, fundadora de la empresa de consultoría en productividad White Space, es porque muchas veces los llevamos al extremo y al hacerlo lo productivo se convierte en improductivo, ahí es cuando estas característica “positivas”, las convertimos en “ladronas de productividad” titulo de este post y titulo de numerosas conferencias de su autora original de la cuál base esta investigación.

En que se convierten, estos aspectos, al llevarlas al extremo cuando se hacen ladronas de la productividad:

  • Empujar a que las cosas pasen, la convertimos en híper empujar o querer liderar todo.
  • Buscar la excelencia, la convertimos en perfeccionismo.
  • Tener información, la convertimos sobrecargados de información.
  • Querer mantenernos activos, lo convertimos en actividad frenética.

Al convertirlas en esos aspectos entonces ya no son tan positivos y establecen una presión en el ritmo de trabajo que nos hacen improductivos. Entonces la idea es hacernos consientes y provocar que el empujar o liderar, la excelencia, la información y la actividad nos sirvan para ser más productivos sin caer en estos extremos o excesos.

Lo que recomienda la consultora en primero identificar el patrón y aprender la frontera cuando lo llevamos al extremo,  cuando es que estos aspectos se convierten en ladrones y están representando una presión de sobrecarga. Sobretodo identificar cuando estos patrones realmente vienen de nosotros mismos, de nuestra personalidad, de esa voz interna, y no tanto de un requerimiento externo o de una verdadera necesidad del reto que enfrentamos.

Resulta que cada uno de nosotros en nuestra personalidad tenemos diferentes proporciones de énfasis o tendencias de sobrecargar alguno de estos aspectos más que otro.

La idea principal es hacer consciencia cual se puede convertir en un principal ladrón de productividad. Y en este caso como en el caso de los Alcohólicos Anónimos el primer paso es admitir el problema, reconocer nuestra personalidad y en cuál de estos aspectos caemos frecuentemente, y después aprender a identificar y reconocer la frontera.

La excelencia no significa productividad.

Hay personalidades o espacios de trabajo por la cultura de la empresa, generalmente derivado de la cultura del líder, que su mayor ladrón es la excelencia, por supuesto aman lo perfecto, los detalles, lo bello de lo que se hace bien, y entonces siempre ven que hay algunos pequeños detalles que pueden mejorarse aquí y allá, y luego cuando estos se mejorar están felices, pero aparecen algunos muy pequeños detalles que aun podrían hacerlo perfecto y la tentación que este perfecto. 

Estas personas son tan perfeccionistas que su tendencia los lleva a no poder confiar en los demás para delegar actividades o mucha veces pierden la dimensión entre el costo de inversión de tiempo y recursos terminando de invertir demasiado tiempo o recursos para algo que no tiene la relevancia suficiente.

O bien podrían tardar mucho en lanzarse al mercado o limitación para realizar “prueba y error” desaprovechando la posibilidad de aprender del proceso, del mercado, del entorno, de la realidad. Aprender haciendo, hacer para pensar mejor.

La actividad no significa productividad.

Cada ejecutivo y su equipo tiene solo un puñado selecto de verdaderas prioridades. Y harán cualquier cosa para que avancen de forma rápida y triunfante. Pero cuando los trabajadores talentosos se pierden en correos electrónicos innecesarios, reuniones, informes y otras tareas de bajo valor, se arrastran hacia estos objetivos fundamentales. La distracción, la interrupción y la complejidad innecesaria añaden aún más su chispa creativa. Y no tienen tiempo para pensar.

Imagina, en cambio, un lugar de trabajo donde se pasa la mayor parte del tiempo en tareas de verdadera importancia. Donde el tiempo reflexivo es una prioridad y donde las normas y los hábitos protegen a los empleados de tocar el trabajo que los drena. Esta es una cultura que debemos promover en nuestras empresas, donde las pausas estratégicas dan tiempo, maduración para el conocimiento.

La conciencia en este ejemplo es la diferencia crítica entre la actividad y la verdadera productividad, entre abarrotar más tareas o elegir selectivamente sumergirse en las actividades correctas.

La necesidad de tener información no significa tener la información de las cosas correctas para nuestra productividad.

La información nos lleva a la maleza de la necesidad de estar al tanto de todo, de los chismes de Hollywood, en Facebook de lo que los amigos de nuestros amigos cenaron o de tanta información que muchas veces no tienen relación con nuestras vidas o prioridades.

También muchas veces cuando nuestra personalidad se identifica con este ladrón de productividad, necesitamos tener demasiada información para tomar alguna decisión o acción, llevándonos al terreno de no poder tomar dicha decisión o acción. La ansiedad por tener toda la información o tener información de cosas que no son importantes representa la parálisis o perder demasiado tiempo en algo que no es productivo para nuestros objetivos. 

Correr siempre con prisa liderando y empujando hacia el siguiente objetivo puede hacer que vayamos ya donde no queríamos ir y llevemos a nuestro equipo o toda la empresa a esa lugar.

A veces parar ayuda no solo a reparar, sino también a tomar un espacio reflexivo y asegurarnos que vamos a ir hacia donde verdaderamente queremos ir.

Si solo estamos empujándonos y empujando a los demás , yendo a lo que sigue, y no ponemos atención profunda por la prisa de querer siempre empujar a lo que sigue y según nosotros ganar “productividad”, podemos terminar en un destino que no deseábamos. en un lugar que no queremos ir o invirtiendo tiempo y recursos en algo que no era un objetivo que contribuye a nuestra meta, estrategia o visión.

Conclusión.

Las presentaciones de Juliet Funt  en diferentes videos y conferencias que observé fueron muy divertidas pero con un mensaje muy serio y profundo, es una excelente oradora. Por cierto la primera vez que la vi fue hace un par de semanas en la conferencia global de liderazgo.

La consultora explicó que detenerse para pensar puede ser una fuente de poder, y al perder esos momentos de introspección, estamos perdiendo oportunidades para tener ideas y cuestionar el status quo.

Además agregó en alguna de las varias conferencia que revisé, que el 80% de las empresas dice que su gente está abrumada por la información y la actividad.

Entonces, ¿cómo dejamos de estar demasiado ocupados para pensar? Y la respuesta es teniendo pausas estratégicas entre las actividades para pensar, para hacernos conscientes. Es un momento de reflexión, de estrategia, de pensar en formas mejores de hacer lo que haces.

El primer paso como mencionamos es hacerte consciente de los 4 ladrones de la productividad.  Y una forma de hacer esa consciencia y derrotar a estos ladrones es hacer las siguientes preguntas constantemente:

  1. ¿Hay algún proyecto que pueda dejar de lado? ¿Necesito ser el líder en todo? (Empujar)
  2. ¿Qué es lo suficientemente bueno? ¿Hasta donde reúne el estándar de aceptable para no caer en perfeccionismo excesivo? (Excelencia)
  3. ¿Qué es lo que realmente necesito saber para avanzar en esto? (Información)
  4. ¿Merece esto mi atención? ¿Mis actividades están conectadas con mis prioridades? (Actividad)

 ¿Cuándo empiezas a eliminar estos ladrones de productividad de tu vida?

Mauricio Bustos Eguía

Coach Empresarial y CEO de Elévate

mbustos@elevate.com.mx